La vida es una sucesión de decisiones y encrucijadas de difícil solución. A veces son las grandes opciones de la vida (pareja, trabajo, residencia, etc) pero lo habitual son pequeñas decisiones de grandes efectos.
Para elegir caminos, suele aplicarse la lógica en términos de coste y beneficio o bien lo que la experiencia enseñó en trances similares, unido al consejo de amigos, parientes o expertos. Tampoco falta quien opta por el azar o juegos cabalísticos.
A modo de brújula que nos guie en las decisiones os ofrezco dos proverbios y una fábula tremendamente sabios.
Dos proverbios chinos son mis favoritos en las encrucijadas:
El primero encierra una grandísima enseñanza para los indecisos y nos impulsa a actuar: “cuando sufras la inundación, reza a Dios, ¡pero no dejes de remar!”
El segundo nos frena para no ser temerarios: “cuando la inundación te ahogue, no te agarres al rabo del tigre”.
Y sobre todo, me encanta la conocida fábula del escalador prudente que nos enseña que para salir del pozo, hay que aprovechar la oportunidad pero desterrando prejuicios:
“Un escalador solitario estaba a punto de alcanzar la cumbre de una abrupta montaña, de noche y en plena ventisca. Súbitamente resbaló y cayó rebotanfo con las rocas hasta que, gracias a la cuerda que había enganchado con firmeza, se quedó balanceándose a cientos de metros de la cumbre. Gritó, lloró e imploró la ayuda de Dios cuando en ese instante la voz de Dios tronó en la noche con su consejo: ¡corta la cuerda¡ !Corta la cuerda y alcanzarás la paz!. El escalador fue encontrado a la mañana siguiente, muerto de congelación y firmemente aferrado a la cuerda tendida sobre el vacío… Y a diez centímetros del suelo”.
En resumidas cuentas, cuando nos enfrentamos a una encrucijada o duda, quedarse parado no es una opción. No pensar y dejarse llevar, tampoco es una opción. Actuar para no arrepentirse, al menos de haberlo intentado, es la única opción.
Vivo y Coleando 