Claves para ser feliz Hábitos saludables

El hombre que pensaba demasiado

pensador rodinEn la obra de Shakespeare, Julio César, éste opina del conspirador Casio Longino: “Tiene un aire precipitado y hambriento (…) piensa demasiado (…) Este tipo de hombres son peligrosos”.

No deja de ser curioso lo difícil que es “pensar” en la justa medida. Si pensamos poco somos simplones, si pensamos mucho somos complejos y taimados.

Quizá, como todo en la vida, la clave está en el justo medio. Ni ir por la vida como vacas observando trenes desde la pradera ni como leopardos al acecho de la gacela. Hay momentos y situaciones que requieren pensar y darle vueltas al magín y otros en cambio requieren tomar la decisión de forma intuitiva.

1. Por ejemplo, cuando era adolescente en cierta ocasión tenía a mi novia de entonces mirando el mar con su pelo negro muy cortito y con el impulso juvenil me aproximé por detrás y la besé en el cuello. Se volvió como un crótalo y me echó una bronca tremenda (¡Vaya susto me has dado!, ¿no sabes que me da mucha rabia que me besen en el cuello?, etc).

Es curioso que me reprochaba no haber pensado antes del beso furtivo cuando ella misma me regañaba sin detenerse a pensar que si yo hubiese sabido que no le gustaba o que la asustaba, no lo hubiere hecho. O sea, no era culpable, pero decidí como perro herido lamerme las heridas en silencio.

corazon y cerebroHoy pienso que hay campos de la vida en que hay que darle la razón a Nietzsche en el acierto del título de su ensayo “Mas allá del bien y del mal” y que se refería a los actos realizados por amor. En la misma línea Blaise Pascal decía aquello de “El corazón tiene razones que la razón no entiende”. Y es que, el mundo de los sentimientos y pasiones no debe someterse a la razón.

2. Otro tanto sucede al valorar el mundo del arte u otras experiencias sometidas a gustos personales (gastronomía, enología o deporte).

Recuerdo un buen amigo mío al que hace años me atreví a regañarle por atiborrarse de pizza, y con la confianza que da la amistad me sentí autorizado a ser maleducado y le espeté lo de “Estás gordo y cada vez más”. Y me repuso con filosofía propia de Sancho Panza: “Lo sé pero soy feliz”. Y me dejó callado. Y es que, en materia de gustos no valen razones.

pensar demasiadoss3. Finalmente, nada añade pensar machaconamente en las posibilidades de que nos toque un premio, ganemos un concurso u obtengamos una calificación en un examen académico o profesional, si lo pensamos cuando esperamos el veredicto o desenlace y ya hemos “jugado nuestras cartas”. Estamos ante una decisión que vendrá, querámoslo o no, y no está a nuestro alcance variarla. Darle vueltas y formar surco en el cerebro no nos ayudará.

4. Tampoco sirve de mucho darle vueltas y pensar demasiado sobre los problemas irresolubles. Cuando algo que nos preocupa no tiene solución, o cuando hemos llegado a un extraño bucle de razonamiento, en que no encontramos la salida, hay que pararse y evadirse. Es muy difícil, pero quedarse atascado pensando sin salida es el camino hacia la ira, la depresión o el enfado.

5. No debemos olvidar que somos lo que en el colegio nos calificaban con el aparente oxímoron de “animales racionales” pero que encierra una maravillosa combinación, porque lo animal, instintivo y pasional combina o “marida” con lo humano, frío y racional.

Procuremos no dejar, como el Doctor Jeckyll que nos domine uno sobre el otro, ni el animal ni el racional. Sería triste y funesto.

Sobre todo debemos evitar que anide en el cerebro de forma obsesiva la preocupación por el futuro o los lamentos hacia el pasado, barajando lo que podría o debería haber sido, y que solo nos conduce a fustigarnos a nosotros mismos y a culpar a los demás. Un pensamiento tóxico y que nos consume el tiempo y la vida.

meditacion6. Por eso, intentemos emular un Descartes menos serio con un “Me sonrío, luego existo”. Es fácil sonreír si miramos las cosas con distanciamiento y benevolencia, generosidad para con los demás y sobre todo para nosotros mismos. No estamos en este mundo para pasar ningún examen, sino para vivir la viva y más exactamente para ser artífices de nuestra propia vida.

En todo caso, bien está meditar sin esnobismos es un relajo gratuito y beneficioso, como expuse en otra entrada anterior.

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